Poner límites en trabajo no es fácil, sea por querer complacer a tus jefes o equipo, por miedos, o simplemente por tener mucho compromiso personal con el trabajo, y esto sin duda puede hacer que pasemos el fin de semana conectados al movil o trabajando a horas intempestivas. Yo te recomiendo estos pasos para ayudarte a hacerlo algo más sencillo:
1. Piensa cuales son tus límites, esto es, qué estarías dispuesta a hacer y que no.
A lo mejor no te importa hacer 20 o 30 minutos extra de vez en cuando, pero no todos los días. Generalmente estos límites van tratar sobre el tiempo extra que se le dedica al trabajo, pero también pueden tener que ver con el dinero o la reciprocidad en la ayuda.
Ponerlo por escrito te ayudará, ¿qué te genera irritación o desgaste en el trabajo? Es posible que esta molestia se deba a que se están transgrediendo alguno de tus límites de forma habitual, lo que a largo plazo sólo quemará la relación laboral.
Ahondando un poco más, cuando alguien traspasa tus límites esto suele afectar a la satisfacción de una necesidad personal, en este caso pueden ser la necesidad de desconectar, de descanso mental, o de disfrutar de espacios de intimidad , o incluso la necesidad de ser tratada de forma justa. ¿Cuáles necesidades se están viendo afectadas ?

2. Sopesa tus miedos.
Muchas personas pueden temer que si ponen límites se tomen represalias contra ellas. Piensa que los límites que vamos poniendo nos orientan y conducen poco a poco a escenarios vitales y laborales donde el respeto es un valor importante. A demás de las consecuencias a corto plazo piensa también a largo plazo, ¿y si tu límite es aceptado? ¿te imaginas cómo mejoraría tu vida?
Piensa también en las consecuencias de no ceder, ¿es de verdad tan urgente esa tarea o tan necesaría esa hora extra? ¿cómo fluiría el trabajo o la organización si no se hace, sería sostenible, seguiría adelante? ¿habría otra forma de hacer las cosas en las que el flujo de trabajo sea bueno?
Desdramatizar las consecuencias de poner esos límites puede ayudarte a sentir más confianza a la hora de establecerlos, y también a transmitirla.
3. Comunica tus límites de forma asertiva.
Actuar sin comunicarnos a menudo genera confusión en quienes te rodean, hacerles saber qué pueden esperar de ti y qué no, les ayudará a planificarse, por lo que el impacto de los límites que pongas será menor. La asertividad tiene tres ingredientes principales: empatía, respeto y alternativas. Ponte en el lugar de esa persona que te llama a cualquier hora en tu tiempo libre, ¿por qué crees que lo hace?, ¿cuál es su necesidad?¿qué le preocupa o por qué le urge tanto?.
El respeto ha de fluir de forma bidireccional, hacia las necesidades de ambas partes. Te ayudará estar relajado a la hora de comunicarte, intentando no caer en recriminaciones. Puedes transmitir cómo te hace sentir que transgriedan tus límites, qué necesidad se ve afectada y cómo, pero si haces esto intenta que no suene como un reproche.
Si no quieres explicar esto, porque no quieres exponer parte de tu vida privada, puedes ofrecer una alternativa, lo que a menudo es mucho mejor opción.
Por ejemplo:
“Últimamente se me han asignado muchas tareas, tengo al menos 15 de distintas áreas. La verdad esque cuando me pasa esto me siento bastante sobrecargada y me agobio, a mi me gustaría que mi número de tareas asignadas a la vez fuera máximo de 10. ¿Cómo podríamos conseguir esto?”
Confía en que la persona con la que hablas tiene interés en lograr una solución favorable para ambas partes, y que nadie quiere que estés agobiada.

Algunos límites pueden estar sujetos a negociación pero otros sin embargo quizá no lo estén tanto, aquí te pongo otro ejemplo.
“Me gustaría que no me llamaras los fines de semana ya que es un tiempo que me gusta compartir con mi familia. Entiendo que no me llamarías si no fuese algo importante para ti, y la verdad esque todas las veces que me has llamado he visto que sentías tener que llamarme. Yo te propongo que me mandes un email y no me importa priorizarte cuando empiece la semana, o si veo que es algo verdaderamente urgente, quizá pueda llamarte yo. ¿Se te ocurre otra solución? la verdad esque esto es importante para mi. También ten en cuenta que si me llamas en fin de semana es muy posible que esté haciendo alguna actividad como ir al cine, o senderismo, y quizá no siempre pueda atender tu llamada.”
Ponte límites a ti mismo/a.
Una vez que has comunicado qué es un límite para ti y qué pueden esperar de ti cuando lo sobrepasen cumple con tus propios límites. Puede que te sea difícil y que te veas tentada a responder sólo esta última vez. Algunos trucos para esto pueden ser dejar el móvil del trabajo en casa, o establecer un momento del día para atenderlo.
La flexibilidad puede ser importante, a todos nos gusta que nos ayuden en una urgencia, pero no puede haber urgencias todos los fines de semana. Una buena combinación entre compañerismo y amor propio te ayudará a que esos límites sean saludables. Para evitar un refuerzo intermitente, si alguna vez das ayuda, explica por qué esa vez si, qué tenía de especial.
Respeta los límites de los demás.
De nuevo, a todas nos gusta que respeten nuestros límites, esto generda un efecto de reciprocidad. Si respetas los límites de los demás estos serán más proclives a respetar los tuyos y se establecer una mejor comunicación desde la comprensión mútua.
Valora tu entorno laboral.
Mientras que en algunas organizaciones se hacen esfuerzos para mejorar el ambiente y optimizar la conciliación de la vida personal y laboral, otros pueden no prestarle demasiada atención. Quizá este puede ser un punto a tener en cuenta a la hora de buscar un trabajo o cambiar de empleo.
Conclusión
Cómo ves aprender a poner límites es un proceso de reflexión y requiere salirse un poco de la zona de confort, pero que puede merecer la pena. Lo bueno esque con el tiempo se va integrando en tu forma de ser para volverse algo más natural. Nunca será del todo fácil ya que los humanos, como especie social, tenemos la tendencia a querer estar en armonía con quienes nos rodean y especialmente a querer que estén bien, especialmente quienes pertenecen a nuestro grupo social más cercano. Pero con el tiempo verás que poner límites es compatible para cuidar esa armonía y bienestar, e incluso necesario, y desde luego, como en todo, la práctica irá mejorando tu capacidad.
